A lo largo de nuestra
vida, tanto como estudiantes como docentes, nos vamos a encontrar con
muchísimas barreras que nos limitan; barreras que pueden ser tanto físicas como
mentales.
En cuanto a las
barreras físicas, nos veremos limitados por las normas como el Currículo, el
Plan General Anual, el Proyecto de Aula, Proyecto Educativo de Centro, etc. Ante
estas barreras o límites, no debemos amedrentarnos, debemos “convertir el
límite en oportunidad”, buscar salidas en este camino tan cerrado.
Respecto a las barreras
mentales, debemos tener claro que estas son mucho más poderosas que las
físicas. Son aquellas barreras que muchas veces nos imponemos nosotros mismos,
porque nos da miedo traspasarlas.
Esta zona, delimitada
por nuestras barreras, recibe el nombre de zona de confort. Zona, en la que
estamos cómodos, la que conocemos, ya sea algo positivo o negativo, siempre es
algo conocido, y por tanto algo cómodo.
En esta zona de confort
no se encuentra solamente el cuerpo docente, sino que es aplicable a todas las
personas. Se trata de una zona que nos limita muchísimo, nos impide aprender cosas nuevas. Por lo tanto, debemos esforzarnos, estimular nuestra imaginación pedagógica y avanzar hacia la zona de aprendizaje.
En el vídeo se explica que la zona de aprendizaje se amplía viajando, aprendiendo idiomas, conociendo nuevas culturas, cambiando hábitos; en mi opinión, afrontando retos. Más allá de esta zona, encontramos la zona mágica o zona de pánico.
En el vídeo se explica que la zona de aprendizaje se amplía viajando, aprendiendo idiomas, conociendo nuevas culturas, cambiando hábitos; en mi opinión, afrontando retos. Más allá de esta zona, encontramos la zona mágica o zona de pánico.
La zona mágica es aquella en la que, según los que han estado allí, pasan cosas maravillosas. Sin embargo, hay otras personas que, al haberlo pasado mal, o al pensar que los demás podríamos sufrir, la denominan zona de pánico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario